miércoles, 27 de noviembre de 2013

Entre todas las mujeres




Ahí os envío, como ovejas en medio de lobos.” Mateo 10:16
o en medio de zorras.

Después de una semana de informaciones, noticias, homenajes varios, colapso en los medios saturados de contenido relacionado con el día contra la violencia de género, me sorprende muchísimo que haya que recurrir a espacios especializados para encontrar otras noticias, espeluznantes, relacionadas con ello.
Cuando la violencia la ejerce un hombre contra una mujer es especialmente repugnante, por aquello de la superioridad física del hombre. Cuando un golpe del brazo fuerte de un hombre va a parar al cuerpo más endeble de una mujer, el daño es muy superior. Cuando un hombre que se supone que ama a su esposa, novia, o como se le llama desde los medios modernistas que desnaturalizan en su léxico incluso las relaciones afectuosas, su “compañera sentimental”, no sólo está agrediendo a la mujer, sino al Amor como concepto, porque la violencia y el odio no siempre van de la mano, aunque así lo sea por norma general, pero el Amor y la violencia sí, son completamente incompatibles. Aquella dialéctica del “crimen pasional” se ha abandonado en favor de la “violencia de género”, y ninguna de las dos definiciones son realmente adecuadas. Yo no voy a acuñar términos, porque eso es para los liberales que quieren usar el lenguaje para justificar sus programas y planteamientos. Me da igual como se le llame: es algo absolutamente inadmisible y la Iglesia condena al hombre que maltrata a su esposa como un pecador criminal.
El libro que los defensores del lenguaje
políticamente correcto, por no entender
la ironía, pretenden retirar al más arcaico
estilo de la censura del nihil obstat liberal 

Ahora, cuando la mujer es la que maltrata al hombre, bien sea física, bien psicológicamente, parece ser que la gravedad es menor, tan baja que llega a no revestir gravedad. Vaya, como si estuvieran en su derecho de “defensa preventiva”, otra terminología postrevolucionaria. Ese tipo de ofensa previa es disculpada y ocultada por los medios, desdibujando por completo la visión de la coyuntura actual. Mientras que se declaran feministas, las mujeres que se suben al carromato desvencijado de la postmodernidad rebelde recurren a un cliché absolutamente sexista, machista y degradante. No hace mucho que veíamos a una terna de energúmenas a pecho descubierto encaramadas a la barandilla de la sala de Plenos del Congreso de los Diputados berreando algo blasfemo y absurdo a partes iguales que no voy a molestarme en repetir. Hace menos aún, al otro lado del charco, en esas tierras hispanas de las que a veces nos llega algún futbolista y algún psicólogo, una banda enorme de asilvestradas del mismo pelaje, tetas al aire y gargantas rotas, ha atacado la Catedral de Buenos Aires, de la que hace menos de un año era Titular el ahora Papa Francisco.

 A rebuznos, no se conformaron con pintarrajear la fachada de la Catedral con ofensas, insultos, reclamaciones del auspicio legal para el asesinato de seres inocentes al que se llama “aborto”, ni con contonearse de manera grotesca frente a los Católicos que formaban una cadena humana (el movimiento de la defensa de la Catedral de San Juan de Buenos Aires da para mucho más que un par de artículos) sino que les escupen, les insultan, les pintan la cara frente a su pacífica pasividad, les rocían las entrepiernas con sprays de pintura... hasta un par de ellas poco más y se lo montan en las mismas narices de los que permanecían rezando el Rosario, hombro con hombro, ante las puertas de la misma Catedral. Mejor no digo nada, simplemente advierto que, para seguir éste enlace, sean lectores adultos y con estómago suficiente.

parte de las locas (alguna con genitales masculinos)
de Buenos Aires
 Estómago y más paciencia que el Santo Job debieron de tener nuestros hermanos argentinos para no responder a tamañas afrentas. La otra mejilla ya está sobradamente puesta y sólo tenemos dos: si reaccionamos, nos llamarán reaccionarios; si respondemos, nos llamarán machistas.
  Pues a llamarme machista: las personas más importantes de mi vida son mujeres. No tengo hermanos, y lo más parecido a ello son dos primas. Tengo una novia a la que quiero con locura y que sólo pensar que algo le duela me retuerce a mí de dolor, imagínense que puede pasar por mi cabeza al remotamente plantearme que le pudiera hacer daño yo mismo. Y sobre todo, una madre a la que admiro con una obediencia suprema al cuarto mandamiento. Una Mujer valiente que decidió darme la vida en lugar de condenar mi alma al limbo y la suya al infierno por la comodidad de no sacrificar su juventud; que prefirió salir adelante como una Madre Soltera antes que vivir bajo la amenaza constante de un indeseable que tras las formalidades de una relación “amorosa” ejerciese esa violencia “de género” que Mi Madre no se doblegó a asumir; que desde mis primeras entendederas me enseñó a conocer y amar a Cristo como mi Salvador y a Su Bendita Madre como otra Madre mía...
  Envidiadme, porque he tenido tres madres en mi vida. Mi abuela fue madre coadjutora ejemplar y a éstas horas está disfrutando de la recompensa de una vida perfecta; la madre que me parió, dicho en andaluz, y esa Madre eterna, espejo en el que no han sabido mirarse las mujeres tan perdidas en la podredumbre moral del mundo moderno, que es la Virgen María.

La Madre de Dios. Fotografía de mi
buen amigo Fernando García en su blog
 Entre todas las mujeres, ninguna como Ella, pero miles como mi madre, millones como mi abuela, han hecho que La Mujer sea algo más que el hombre, pues su alma igual de humana, pese a que los ignorantes que se piensan que los católicos vivimos antes de la edad media crean que no la consideramos, se complementa con una categoría espiritual que, en muchas ocasiones, supera a la de los “machos”, y afortunadamente, muy pocas son las que, amparadas en el victimismo del sexo débil, se hacen fuertes en la intransigencia, la violencia sin género y la ofensa irreflexiva.

1 comentario:

  1. La Ley de Sucesión Española no era Salica si no Semisalica. Por tanto muerto Alfonso Carlos I, Viva Carlos VIII!

    A día de hoy Viva S.M.C. Domingo I Rey Legítimo de Las Españas!

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