“Ahí os envío, como ovejas en medio de lobos.” Mateo 10:16
…o en medio de zorras.
Después de una semana de informaciones, noticias, homenajes varios, colapso en los medios saturados de contenido relacionado con el día contra la violencia de género, me sorprende muchísimo que haya que recurrir a espacios especializados para encontrar otras noticias, espeluznantes, relacionadas con ello.
Cuando la violencia la ejerce un hombre contra una mujer es especialmente repugnante, por aquello de la superioridad física del hombre. Cuando un golpe del brazo fuerte de un hombre va a parar al cuerpo más endeble de una mujer, el daño es muy superior. Cuando un hombre que se supone que ama a su esposa, novia, o como se le llama desde los medios modernistas que desnaturalizan en su léxico incluso las relaciones afectuosas, su “compañera sentimental”, no sólo está agrediendo a la mujer, sino al Amor como concepto, porque la violencia y el odio no siempre van de la mano, aunque así lo sea por norma general, pero el Amor y la violencia sí, son completamente incompatibles. Aquella dialéctica del “crimen pasional” se ha abandonado en favor de la “violencia de género”, y ninguna de las dos definiciones son realmente adecuadas. Yo no voy a acuñar términos, porque eso es para los liberales que quieren usar el lenguaje para justificar sus programas y planteamientos. Me da igual como se le llame: es algo absolutamente inadmisible y la Iglesia condena al hombre que maltrata a su esposa como un pecador criminal.
El libro que los defensores del lenguaje políticamente correcto, por no entender la ironía, pretenden retirar al más arcaico estilo de la censura del nihil obstat liberal |
Ahora, cuando la mujer es la que maltrata al hombre, bien sea física, bien psicológicamente, parece ser que la gravedad es menor, tan baja que llega a no revestir gravedad. Vaya, como si estuvieran en su derecho de “defensa preventiva”, otra terminología postrevolucionaria. Ese tipo de ofensa previa es disculpada y ocultada por los medios, desdibujando por completo la visión de la coyuntura actual. Mientras que se declaran feministas, las mujeres que se suben al carromato desvencijado de la postmodernidad rebelde recurren a un cliché absolutamente sexista, machista y degradante. No hace mucho que veíamos a una terna de energúmenas a pecho descubierto encaramadas a la barandilla de la sala de Plenos del Congreso de los Diputados berreando algo blasfemo y absurdo a partes iguales que no voy a molestarme en repetir. Hace menos aún, al otro lado del charco, en esas tierras hispanas de las que a veces nos llega algún futbolista y algún psicólogo, una banda enorme de asilvestradas del mismo pelaje, tetas al aire y gargantas rotas, ha atacado la Catedral de Buenos Aires, de la que hace menos de un año era Titular el ahora Papa Francisco.
A rebuznos, no se conformaron con
pintarrajear la fachada de la Catedral con ofensas, insultos,
reclamaciones del auspicio legal para el asesinato de seres inocentes
al que se llama “aborto”, ni con contonearse de manera grotesca
frente a los Católicos que formaban una cadena humana (el movimiento
de la defensa de la Catedral de San Juan de Buenos Aires da para
mucho más que un par de artículos) sino que les escupen, les
insultan, les pintan la cara frente a su pacífica pasividad, les
rocían las entrepiernas con sprays de pintura... hasta un par de
ellas poco más y se lo montan en las mismas narices de los que
permanecían rezando el Rosario, hombro con hombro, ante las puertas
de la misma Catedral. Mejor no digo nada, simplemente advierto que,
para seguir éste enlace, sean lectores adultos y con estómago
suficiente.
parte de las locas (alguna con genitales masculinos) de Buenos Aires |
Estómago y más paciencia que el Santo Job debieron de tener nuestros hermanos argentinos para no
responder a tamañas afrentas. La otra mejilla ya está sobradamente
puesta y sólo tenemos dos: si reaccionamos, nos llamarán
reaccionarios; si respondemos, nos llamarán machistas.
Pues a llamarme machista: las personas
más importantes de mi vida son mujeres. No tengo hermanos, y lo más
parecido a ello son dos primas. Tengo una novia a la que quiero con
locura y que sólo pensar que algo le duela me retuerce a mí de
dolor, imagínense que puede pasar por mi cabeza al remotamente
plantearme que le pudiera hacer daño yo mismo. Y sobre todo, una
madre a la que admiro con una obediencia suprema al cuarto
mandamiento. Una Mujer valiente que decidió darme la vida en lugar
de condenar mi alma al limbo y la suya al infierno por la comodidad
de no sacrificar su juventud; que prefirió salir adelante como una
Madre Soltera antes que vivir bajo la amenaza constante de un
indeseable que tras las formalidades de una relación “amorosa”
ejerciese esa violencia “de género” que Mi Madre no se doblegó
a asumir; que desde mis primeras entendederas me enseñó a conocer y
amar a Cristo como mi Salvador y a Su Bendita Madre como otra Madre
mía...
Envidiadme, porque he tenido tres
madres en mi vida. Mi abuela fue madre coadjutora ejemplar y a éstas
horas está disfrutando de la recompensa de una vida perfecta; la
madre que me parió, dicho en andaluz, y esa Madre eterna, espejo en
el que no han sabido mirarse las mujeres tan perdidas en la
podredumbre moral del mundo moderno, que es la Virgen María.
La Madre de Dios. Fotografía de mi buen amigo Fernando García en su blog |
Entre todas las mujeres, ninguna como
Ella, pero miles como mi madre, millones como mi abuela, han hecho
que La Mujer sea algo más que el hombre, pues su alma igual de
humana, pese a que los ignorantes que se piensan que los católicos
vivimos antes de la edad media crean que no la consideramos, se
complementa con una categoría espiritual que, en muchas ocasiones,
supera a la de los “machos”, y afortunadamente, muy pocas son las
que, amparadas en el victimismo del sexo débil, se hacen fuertes en
la intransigencia, la violencia sin género y la ofensa irreflexiva.
La Ley de Sucesión Española no era Salica si no Semisalica. Por tanto muerto Alfonso Carlos I, Viva Carlos VIII!
ResponderEliminarA día de hoy Viva S.M.C. Domingo I Rey Legítimo de Las Españas!